Una hormiga recorriendo la tierra una y otra vez hasta desgastarla, y aún así la eternidad sería siempre mucho más que todo ese tiempo acumulado inimaginable. La vida pasa, pasó y pasará. Nos toca llenarla con nuestros actos. Sobre nuestras cabezas, mientras haya vida, las nubes nos lo recordarán y lo dominarán todo, desde una distancia más que razonable, espejo de nuestras mutaciones, del agua que somos. Por eso arranco hoy en esta nueva dirección el blog de Las Nubes, el observatorio desde el que intentar asimilar la vida y sus sorpresas. El blog de Las Nubes ha tenido una vida efímera en otra dirección, que se ha vuelto rebelde y pesada. Pienso rescatar algunas de las piezas del anterior y poblar esta nueva con el algodón lluvioso o brillante de las nubes que asomen sobre nuestras cabezas a partir de ahora. Una hormiga recorriendo la pantalla de mi ebook me dio el primer tema. Con sus patitas y su minúsculo peso, volvió loca la pantalla, que dejó de responder. Me pareció una buena manera de empezar a describir la vida desde las Nubes, justo después de acabar mi primera novela, de ese mismo nombre, Las Nubes.
Aristófanes, gran escritor de comedia griego se me adelantó con el título (qué honor). Me extraña que no haya habido más escritores que haya elegido ese mismo título. No puede ser. Seguro que sí. A Goethe le fascinaban las formas que no duraban en el cielo ni siquiera un minuto sin cambiar. En mi caso, no podría haber otro, porque Las Nubes novela es precisamente eso, un canto al cambio constante, al deseo de trascender y permanecer para siempre en la atmósfera a través de nuestros actos. Así pues, mientras llegan los nuevos contenidos, apuntaos a esa ocupación tan desocupada que es la observación de las nubes como hormigas de efímero paso bajo su manto royendo la tierra poco a poco, camino a la eternidad.
Os traeremos música, literatura, montaña y rockanrol para empezar. Y otras propuestas atrevidas para adentraros en el mundo de Las Nubes – ficción, un mundo que seguramente empezó a crearse cuando mis padres, a los doce años, compraron una pequeña enciclopedia juvenil, uno de cuyos tomos era una introducción maravillosa y deslumbrante a la Literatura. Aquí podéis ver una página sobre la Odisea: las Sirenas llamando a Ulises.
Ayer mismo hablaba con un editor que me contaba las desdichas de su mundo, el mundo editorial, en el que tiene que cumplir su función de selección de contenidos en un mundo en el que (qué increíble) se presentan miles y miles de manuscritos todos los años. Todos queremos contar cosas, desde nuestros blogs, o desde nuestras obras de mayor envergadura, desde la ilusoria sensación de que lo nuestro importa, que puede y debe trascender. Algunos consiguen hacerlo de forma comprensible y asequible como para interesar a un editor, un oficio de cuando publicar significaba influir en la vida de las personas, divulgar conocimiento, ideas, ahora cada vez más un negocio difícil cuando no ruinoso para quien se arriesga a editar en un mundo donde las ideas pueden circular como nunca antes y, sin embargo, parecen importar tan poco a tantos. Me aprovecho de ese mundo que critico para llegar a vosotros sin necesidad de editor, qué paradoja. Pero lo que se propone desde Las Nubes es navegar al cabo de un click por mundos amables (a veces no tanto), filtrados por la luz del atardecer, a menudo teñida del color del recuerdo. Subid a bordo, que nos esperan Circe, las Sirenas, el cíclope y, al fondo, siempre al fondo, Ítaca. No estoy seguro de llevaros bien hasta allí (¿quién quiere llegar en realidad?), pero sí que el viaje será apasionante. Largad las velas y poned proa al horizonte, allí donde la línea del mar se toca casi con las nubes lejanas.